lunes, 14 de septiembre de 2015

Palabras por la mañana

Ahora mismo me encuentro en la biblioteca. Tengo que resumir un manual de 400 páginas, y sinceramente, prefiero mil veces escribir que lo otro. Así que voy a improvisar un poema. A ver qué tal sale.


Palabras por la mañana

Lunes por la mañana a las nueve y veintinueve...
ya son y treinta... el tiempo vuela.
Me aburre el resumir, pero la ventana me conmueve:
miro y me imagino el viento que suena.

"Va siendo hora de dejarlo" me digo.
¡Cómo lo dejaré si acabo de empezar!
Quiero olvidarme por ahora del manual
y deleitarme: ser del paisaje testigo.

Mis palabras son perezosas y altivas.
Las que se levantan a estas horas son pocas.
Su sábana es mi lengua y su ducha mi saliva.
Su puerta mis dientes y su casa mi boca.

Pero es verdad que cuando escribo
el asunto cambia para adaptarse.
En papel se tornan aire y sonido.
Ahí para siempre viven las frases.

"Quod scriptum, scriptum est"
repuso Pilato con su oratoria.
Mas cuando se dice algo, es más bien
que lo hablado pervive en la memoria.

Memoramos aire, miramos hojas,
pero ambos nos hacen entender
cuanto a la palabra se le antoja
cuando quiere mostrarnos su poder.

Las palabras vuelan. Las palabras corren:
Vuelan hablando y escribiendo fluyen.
Ríos de tinta y vientos bravucones.

Este es el paisaje que hay por la ventana.
Se retiran mis palabras a sus ocupaciones:
resumir el manual un lunes por la mañana.


Óscar Santos Pradana

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